Saludo a toda la comunidad de la Misión Maronita del Paraguay, a la parroquia San Charbel, cuya fiesta celebramos el 3er. domingo de julio, al padre Pedro Showah, párroco de la parroquia San Charbel, a nuestro ilustre visitante desde el Líbano del Abad Maroun Moubarak, Superior General de los Misioneros Maronitas libaneses, a Su Excelencia Hassan Hijazi, embajador del Líbano en Paraguay. Saludo a la comunidad libanesa y descendientes de libaneses en el Paraguay. Queridos hermanos y hermanas:

Al fijar nuestros ojos en las profundidades del cielo, profundidad del universo , del cosmos que no tiene fin conocido, el infinito que nos rodea, nos asombra y estremece (Rm 8,18) porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios.

(Salmos 8:4) Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas, que fijaste tú, ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor.

En el Evangelio según san Juan 3, 16-21: Tanto amó Dios al mundo, (el universo creado, la tierra, el ser humano) que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él.

Su Único Hijo, la Palabra se hizo carne, el Amor omnipotente se hizo hombre en el Inmaculado vientre de la Virgen María. Aquella pequeña nube como la palma de las manos de un hombre, contemplada por Elías (1Re 18) en el Monte Carmelo, como presagio de la bendición de la lluvia, ha sido vista (en la tradición carmelita) como un signo de María. Ella, la pequeña “sierva del Señor” (Lc 1,38), pequeña y fecunda como la nubecilla del Carmelo, con su fe y su disponibilidad al proyecto salvador de Dios ha representado para la humanidad un nuevo inicio en la historia de la salvación. En ella, “pequeña nube” elegida desde siempre por Dios, se ha escondido el Verbo eterno para dar la vida al mundo.

Salmo 64,10: Señor, danos siempre de tu agua. Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias (canal que conduce el agua). La Virgen Santa ha sido y es Canal de la Gracia.

Cuando cae agua en abundancia decimos que es bonanza, prosperidad espiritual. En ella, en su corazón de madre nos sumergimos para beber del agua. El agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna. (Jn 4, 14). Del vientre de Maria ha brotado la Vida, el Dios hecho hombre para fecundar la vida de los hombres y mujeres de la santidad de Dios. (Isaías: 55, 10-11) “Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”.

(Salmo 64) Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan. Todo aclama al Señor. Todo le canta. Cómo la Virgen María canta (Lucas 1:46): Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen». Bienaventurada Virgen del Carmen quien se constituye también en estrella del Mar que nos guía y protege en nuestras travesías en medio de aguas turbulentas y noches oscuras sin estrellas. Es Estrella del Mar. Es reflejo de la Luz del mundo: Cristo. Ella es madre de la Esperanza. Madre del Hijo del Dios, que ha venido para caminar entre nos, para pastorearnos.

Salmos 23:1 El Señor es mi Pastor, nada me falta, nada nos falta, nos apacienta. Hacia las aguas de reposo nos conduce, y conforta nuestra alma; nos guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre. Aunque pasemos por valles tenebrosos, ningún mal temeremos, porque tú caminas con nosotros; tu vara y tu cayado, nos sosiegan.

Cristo el Buen Pastor, pastorea con amor personal, nos conoce por nombre, no busca otro interés, no tiene otra ambición que la de guiar, de llevarnos hacías las aguas limpias de su palabra, de coronarnos de gloria y majestad, de gloria y santidad, conduciéndonos con su brazo poderoso y misericordioso, para darnos sosiego en las pruebas de oscuras o tenebrosas cañadas. El Buen Pastor y Sembrador, abrió surcos entre nos, en nuestros corazones, para esparcir y cultivar la semilla de la verdad y la vida.

Nos alimenta de si mismo para nutrir y proteger a sus ovejas, justamente protegerla de los lobos disfrazados de ovejas. De aquellos que tienen el corazón marchito, seco, donde la semilla del bien no prende. Por indiferencia, por cegueras y sorderas espirituales. (Mt 13) “Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.”

Hay corazones, sordos, ciegos, donde sólo crecen cizañas, para corromperse y corromper. Lobos como los mercaderes del templo que usan la casa del Señor, y en nombre de la Iglesia la manipulan y de ella se aprovechan para sus propios fines. Mercaderes cambistas de lo sagrado por lo profano. De los que transan y cambian la luz por la oscuridad, la vida por la muerte, el amor por el odio y la indiferencia. Pero siempre es posible la redención el cambio de rumbo en nuestras vidas, la conversión. Todos hemos nacido con defectos de fábrica, y El Señor quiere restaurarnos, (Sal 80) Restáuranos, Señor Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros y sálvanos.

El Señor ha venido sobretodo para buscar a las ovejas perdidas y extraviadas. La ternura del Señor no tiene límites cuando hay corazones arrepentidos. Abramos los corazones a la Voz del Buen Pastor, que nos llama también a ser buenos pastores y sembradores, evangelizadores unos de otros. Llamados a ser maestros del Evangelio aprendiendo como discípulos del Divino Maestro en la escuela de la Sabiduría, para conducir a otros por senderos del bien, verdaderos y justos.

Los Santos en la Iglesia, discípulos misioneros, han aprendido de la Escuela de la Sabiduría del Divino Maestro. Ellos son reflejos de la Luz cómo María Santísima, primera discípula del Señor.

El Papa San Pablo VI ha canonizado a San Charbel, el 6 de octubre de 1977 (hace 47 años). El decia en su homilía de canonización: Toda la Iglesia, de Oriente a Occidente, nos invita hoy a una gran alegría. Nuestro corazón se vuelve al cielo, donde ahora sabemos con gran certeza que San Charbel Makhlouf se asocia con la felicidad inconmensurable de los santos en la luz de Cristo, alabando e intercediendo por nosotros. Nuestros ojos también se vuelvan allí donde él vivió, el querido país de Líbano.

El Líbano había sido saludado con admiración por los poetas bíblicos, impresionados por la fuerza de sus cedros que se convierten en símbolos de la vida de los justos. Jesús mismo se acercó allí para recompensar la fe de una mujer sirio fenicia: primeros frutos de salvación para todas las naciones. Y este Líbano, un lugar de encuentro entre Oriente y Occidente se convirtió en realidad en el hogar de varios pueblos que se aferraban con valor a su tierra y sus ricas tradiciones religiosas.

Hoy veneramos juntos, a un hijo de todo el Líbano, especialmente la Iglesia maronita, pueden estar orgullosos: Charbel Makhlouf. Un hijo singular, fue un artesano de la paz, ya que quería alejarse del mundo, estar sólo en Dios. Pero su lámpara está encendida encima de la montaña de su ermita, desde el siglo pasado, ha brillado un resplandor creciente y unánimemente hasta su santidad.

Admiramos en San Charbel Makhlouf, la austeridad, la mortificación, la obediencia, la castidad, la soledad poblada de Dios . La calidad de su vida interior, la elevación de su oración, su espíritu de adoración expresado en el corazón de la naturaleza, y especialmente en la presencia del Santo sacramento, su afecto filial a la Virgen, y todas estas maravillas prometidas en las bienaventuranzas y llevadas a cabo literalmente en nuestro santo: la dulzura, la humildad, la misericordia, la paz, la alegría, la serenidad, dejó gran espacio al Espíritu Santo.

El pueblo de Dios no comete errores. Durante la vida de Charbel Makhlouf, brillaba su santidad, sus compatriotas, cristianos o no, el venerado, acudían a él como médico de las almas y cuerpos. Y desde su muerte, la luz ha brillado incluso por encima de su tumba: la cantidad de gente en busca de progreso espiritual, o distante de Dios, o la angustia que experimenta, continúan siendo fascinados por este hombre de Dios, orar fervientemente,.

El Papa Francisco, nos invita a ser hombres y mujeres de Dios : dirigiéndose a los hermanos y a las hermanas laicos, a los catequistas, a los agentes pastorales, a quienes tienen responsabilidades políticas y sociales, a aquellos que sencillamente llevan adelante su vida cotidiana, a veces con dificultad, les dijo: sean puertas abiertas. Dejemos entrar en el corazón al Señor de la vida, su Palabra que consuela y sana, para luego salir y ser, nosotros mismos, puertas abiertas en la sociedad. Ser abiertos unos con otros, para ayudar a crecer en la fraternidad, camino de la paz.

Por ello, “es necesario comenzar una reflexión eclesial sinodal, que debemos hacer todos juntos— para actualizar la vida pastoral, sin conformarse con repetir el pasado y sin tener miedo a reconfigurar la parroquia en el territorio, sino haciendo de la evangelización una prioridad e iniciando una colaboración activa entre sacerdotes, catequistas, agentes de pastoral y profesores. Si estamos distanciados o divididos, (en discordia) si nos volvemos rígidos en nuestras posiciones y en los grupos, no damos fruto.
Bendigamos al Señor por habernos dado a San Charbel Makhlouf, para reactivar las fuerzas de la Iglesia, con su ejemplo y su oración. Que el santo sega ejerciendo su influencia prodigiosa, no sólo en el Líbano sino en el Oriente y en toda la Iglesia! Intercede por nosotros, pecadores, que demasiado a menudo no nos atrevemos correr el riesgo de la experiencia de las Bienaventuranzas que, sin embargo conducirá a la perfecta alegría! Intercede por sus hermanos de la Orden Libanesa Maronita, y cualquier maronita. Intercede para el querido país de Líbano, usándolo para superar las dificultades de la época, para sanar las heridas, para caminar en la esperanza! Hoy nos re consagramos a la Virgen María, imitando sus virtudes, su vida y obrar como Ella, María, obró, según sus palabras: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

Card. Adalberto Martínez Flores
Arzobispo de Asunción