En el día de hoy fiesta de Cristo, Rey del Universo,  celebramos en el Paraguay desde el 2019: el Dia Nacional de Laico. Día propicio para recordar a hombres y mujeres, quienes en virtud de su elección y  consagración del bautismo. «Los bautizados, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo, para que ofrezcan, a través de las obras propias del cristiano, sacrificios espirituales y anuncien las maravillas del que los llamó de las tinieblas a su luz admirable» (Conc. Vaticano II, Lumen gentium, n. 10).

El sacerdote Orígenes decía:  Si, como dice nuestro Señor y Salvador, el reino de Dios no ha de venir espectacularmente, ni dirán: «Vedlo aquí o vedlo allí», sino que el reino de Dios está dentro de nosotros, pues cerca está la palabra, en nuestra boca y en nuestro corazón; cuando pedimos que venga el reino de Dios lo que pedimos es que este reino de Dios, que está dentro de nosotros, salga afuera, produzca fruto y se vaya perfeccionando. Dios reina ya en cada uno de los santos, ya que éstos se someten a su ley espiritual, y así Dios habita en ellos como en una ciudad bien gobernada.

Laicos santos y santos laicos, llamados por el Señor a su seguimiento, empapados en las aguas de su Gracia,  han ofrendando sus vidas, y siguen ofrendándose día a día,  en medio de las tristezas y penas, gozos y esperanzas, carencias y  bonanzas, duelos y consuelos, debilidades y fortalezas, como incienso consumidos en alabanza a Dios, para esparcir virtudes heroicas y santidad por el bien del Pueblo de Dios.  Ellos invierten su corazón para adquirir y poseer la riqueza de conformarse a la Soberanía de Cristo Rey del Universo.

Recordamos y honramos a todos aquellos que han arado nuestra tierra con el mandato misionero de ir por el mundo para anunciar la buena noticia, aquellos que con sus vidas y testimonio han fertilizado su entorno, nuestras tierras poco promisorias, secas y  deshidratas, seminando la Palabra de Vida, que han convertido corazones  desérticos en poblados fecundos de santidad. Tierra fertilizada y abonada con sangre, sudor y lágrimas, del propio compromiso y sacrificio  de que el verdadero y único Rey soberano pueda ser entronizado en los corazones. 

De corazón agradecemos a los hombres y mujeres, comprometidos con el mandato misionero,  que han abierto caminos para que podamos transitar siempre por el camino del bien, que el mismo Jesús, camino, verdad y vida nos ha inspirado y ha infundido en nuestro corazones. Agradecemos a los laicos, que son pilares de nuestras comunidades en el campo y la ciudad humildes obreros, campesinos, indígenas, ciudadanos del cielo, del Evangelio. Catequetas, celebradores, ministros de la comunión, ministros del servicio de ayuda social, de los enfermos y postrados, humildes familias,  madres, abuelas, jóvenes, niños misioneros que en el día día, buscan labrarse un camino para abrir caminos, cooperando con el crecimiento y bien espiritual de sus comunidades. Obreros evangélicos que en  la comunidades eclesiales encarnan la Palabra y son pilares de comunidades solidarias.

Aquellos que han comprendido que el cristianismo es esencialmente comunitario surgidos de la fuente fundacional del Maestro, que ha venido para servir y no ser servido,  para hacer siempre el bien, corregir nuestros errores y melediciencias, abrirnos a la esperanza, en oración confiar en su providencia, tejer redes de solidaridad, de manos entrelazadas, abiertas, de  ayuda mutua,  para testimoniar, que nuestro peregrinar  aquí en la tierra es hacer caminos y caminar  juntos, para enfrentar el mal y los males que  nos asedian cotidianamente. Cristianos redimidos para redimir.

Laicos comprometidos con la ciudadanía del Reino de Dios, el Pueblo De Dios, creyentes en la Palabra que nos dice que el reino de Dios es de los pobres, “felices ustedes los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece” (Lucas 6). Jesús, el Señor se ha hecho pobre para regalarnos la riqueza de la fe. Los pobres, ricos en fe, quienes se sostienen para enriquecerse mutuamente, que hacen también como el Señor Jesús, una opción por los pobres, pero no necesariamente una opción  por la pobreza. Llamados todos como iglesia  estamos para trabajar, incansablemente por el desarrollo humano integral sustentable y solidario,  donde nos solidarizamos para dignificar a los que no tienen tierra, techo, trabajo, educación, salud, agua, alimento, trabajo, justamente para sustentar a sus familias y comunidades. Donde Dios Reine en nuestra Nación, libre de injustas inequidades y desigualdades.

 (Salmo 2) Y ahora, reyes, sed sensatos; escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor, rendidle homenaje temblando; no sea que se irrite, y vayáis a la ruina, porque se inflama de pronto su ira. ¡Dichosos los que se refugian en él! Dichosos los que creemos que el Señor Rey del Universo siempre reinará. Viva Cristo Rey

Cardenal Adalberto Martínez Flores

Arzobispo Metropolitano