Venimos Madre Santa Stella Maris para coronarte con las primaverales flores de septiembre, para hacer coronas de corazones, que también te ruegan para para que podamos crecer en las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Para que nuestra ofrenda a ti en este día y todos los días, nuestra ofrenda a Dios Padre le sean agradable, pura y de bendiciones.

Ella camina con nosotros como con Jesús para ser testigo en el primer milagro de las bodas de cana. Donde el Señor bendice a esta nueva familia que comienza en Cana de Galilea, transformando el agua en vino, para alegrar más profundamente la fiesta. El señor quiere transformar nuestra vida aguada y superficial en el vino bueno de su espíritu. Dios bendice la familia, y por lo tanto la familia deberíamos cuidarla, amarla.

La Familia fundada en el matrimonio es patrimonio de la humanidad, necesaria para la vida,  el desarrollo,  y el futuro de los pueblos ( San Juan Pablo II, Congreso Mundial de Familia, Filipinas 2003). Iglesia doméstica, una pequeña iglesia, nicho espiritual que se construye día a día en el amor, la humildad, obediencia, la oración, la fidelidad, el respeto, la confianza, el perdón, la reconciliación, en la corrección fraterna, en la verdad.

La familia se debilita y derrumba en la discordia, en la intolerancia, en las alianzas rotas por la infidelidad al amor prometido, cuando la corriente del amor se apaga y entra la indiferencia, la violencia y las dolorosas traiciones.    En la familia cristiana, la Virgen Estrella del Mar nos sostiene, la tenemos como, brújula y guía, imitación e inspiración, para que este templo espiritual que es la familia, se construya sobre la piedra fundamental que es Cristo. María Santísima nos invita a la obediencia: hagan lo que El les diga.

Ella  se ocupa y preocupa por cada uno de sus hijos e hijas y quiere ser la alegría y guía en nuestra navegación, surcando nuestras naves en las difíciles aguas y escollos de la existencia. (Sab 14,3) Tú has abierto un camino en el mar, y un sendero seguro entre las olas, mostrando así que puedes salvar de todo peligro. Ella es luz aún en medio de las brumas más espesas de la existencia.

La Virgen María es tierra fértil de humildad. De ese fértil corazón, fertilizado por el Amor, ha brotado la bonanza, la Vida. Podríamos decir “tanto amó Dios a María que le dio a su único hijo Jesús”. En su corazón ha fructificado la vida. El Fruto por excelencia, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Donde tu estás surge la vida, por donde pasas florece el desierto, donde tu miras, se ilumina el cielo, en el corazón nace la paz. Donde tu estás vuelve la vida. Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. Ella es misterio de la luna, reflejo de Cristo Luz del mundo, reflejo de la divinidad.

¿Cómo encontramos y acertamos el rumbo? (Carta encíclica del Papa Benedicto XVI, La Esperanza que Salva)  La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que buscamos estrellas que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. María Santísima es la estrella del mar.

Jesucristo es ciertamente la luz por excelencia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía. Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su « sí » abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)?

La Armada Paraguaya es familia de Familias. Mas que ser armas o camaradas que nos identifica, es ser parte de la familia de Dios. Familias que  se sostienen y oran ancladas en la Palabra vivida, alimentada del Pan del Vida y los sacramentos que son los pilares  para edificar la casa,   sostienen a nuestras familias  y sostienen a la sociedad toda.  La familia casa y escuela de comunión, de perdón, de reconciliación,  es trasmisora del evangelio, familias misioneras, defensoras de la vida, promotoras del bien social.

La familia es un bien del cual la sociedad no puede prescindir, pero necesita ser protegida. La familia atacada y combatida,  por varios frentes ideológicos (anti vida y familia). Ideologías que quieren cambiar el ADN de su esencia natural, y crear , transmutar, manipular la genética o alterar su esencia con artificios, o aplicaciones o visiones antropológicas no cristianas. Nuestra esencia es haber sido creados a imagen y semejanza de Dios. He ahí la dignidad de cada persona, la vida humana es un bien valioso y sagrado.

Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Se calcula que hay más de 100.000 suicidios al año en las Américas. En Paraguay se calcula 400 a 500 suicidios al año. Podemos ser agentes previsores para impedir, ayudar y acompañar a las personas que se encuentren en situaciones de angustias o depresiones, que estén contemplando la posibilidad de quitarse la vida. Es sumamente necesario fomentar una cultura de apoyo y solidaridad también con aquellos que luchan contra pensamientos sumamente pesimistas y comportamientos suicidas.

El Señor Jesús, Camino, Verdad y Vida,  ha venido para darnos vida plena en abundancia. Para enseñarnos el inconmensurable valor de la vida. Para sanar y reparar los descompuesto, descomposiciones del corazón humano por el pecado que ha entrado en el mundo. Jesús El Buen Samaritano se baja y abaja  para mezclarse con el sufrimiento ajeno. La experiencia de la fe nos dice que no estamos solos, a igual que su Madre, el Señor resucitado nos precede en nuestro caminar removiendo las piedras, que pueden ser de tropiezos,  que nos paralizan.

Virgen Santísima Stella Maris, Patrona y Madre de todos los Marinos, recibe en este día el homenaje que te tributa la Gloriosa Armada Paraguaya.

Santa Virgen Stella Maris, no dejes de arropar con tu manto sagrado a cada uno de los marinos componentes de esta institución; ellos se encomiendan a tu maternal cuidado y amparo. Que respondan obedientes a los designios del Padre Celestial  y sean solidarios poniendo siempre en alto el estandarte de la camaradería. Marinero paraguayo, que jamas renunciará su luminosa tradición, caballero en la batalla y en la paz, noble custodio del honor de la nación, para defender el ideal de la patria nueva que enalzan con honor.

Stella Maris, nuestra patrona Celestial nos ayude a ser dóciles a la Palabra, dejarnos restaurar por ella, a la voluntad de Dios y lograr así ser bendecidos por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo con los bienes espirituales y materiales que necesitamos. Eres feliz santa Virgen María, y digna de toda alabanza, de ti nació el sol de justicia, Cristo nuestro Dios.  Así sea.

Card. Adalberto Martínez Flores- Administrador Apostólico de las FFAA y PN,  Arzobispo Metropolitano de Asunción.