Asunción, 21 de agosto de 2023

Queridos catequistas,

En este día queremos dirigirnos a ustedes con palabras de gratitud y reconocimiento por la labor invaluable que desempeñan como discípulos misioneros de Cristo en la transmisión de la fe. Su dedicación y entrega generosa son una bendición para la Iglesia y para toda la comunidad de creyentes.

Como catequistas, tienen la hermosa tarea de sembrar la semilla de la Palabra de Dios en los corazones y mentes de aquellos a quienes enseñan. Son portadores de la Buena Nueva de Cristo, llevando esperanza, amor y salvación a través de su enseñanza y ejemplo de vida.

Sabemos que su tarea no siempre es fácil. A menudo se enfrentan a desafíos y obstáculos en el camino. Son pruebas que, abrazando con amor a Jesús Crucificado, serán purificadas en la fe, esperanza y caridad. Su compromiso y valentía para responder al llamado de Dios y servir como catequistas son un testimonio elocuente de su fe y esperanza en Jesús Resucitado.

Su labor como catequistas no se limita únicamente a impartir conocimientos teóricos, sino que implica también acompañar a aquellos a quienes educan en su crecimiento espiritual y personal. Son guías y referentes, testimonios para ellos, brindándoles apoyo, aliento y dirección en su camino de crecimiento espiritual.

Les animamos a seguir adelante con entusiasmo y perseverancia, recordando siempre que su labor no sólo tiene un impacto en la vida de aquellos a quienes instruyen, sino también para las familias de los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos. Instruyendo a la comunidad, en humildad de corazón, estarán también abiertos para dejarse instruir y aprender constantemente del Pueblo de Dios. Son agentes de cambio y esperanza, contribuyendo a la construcción de un mundo más justo, equitativo, evangélico, donde todos se reconozcan en su dignidad de hijos e hijas del único Padre.

Encomendamos su labor y sus vidas a Dios misericordioso, para que les fortalezca en su tarea y les guíe con su sabiduría. Que nuestra Beata María Felicia de Jesús Sacramentado, ejemplo y modelo de catequista, les anime a transmitir el ardor de la fe, el amor a Jesucristo el único Señor y Maestro. Que frecuentemente, queridos catequistas, se alimenten del Pan de Vida, de Jesús Sacramentado. Ese Pan no debe faltar a los Catequistas. La Palabra de Dios vivida, la Eucaristía y la oración son alimentos indispensables de su ser y quehacer como agentes de concordia y comunión.

Que este día sirva como recordatorio de la importancia y el impacto significativo en su misión como instrumentos del Señor. Les valoramos, apreciamos y apoyamos en su misión. Que su ejemplo inspire a otros a seguir sus pasos y compromisos con el Señor y su Iglesia.

Que el Papa San Pio X, patrono de los catequistas, les conceda y les anime con el espíritu apostólico en la sana doctrina y que María Santísima Nuestra Señora de la Asunción sea su guía, inspiración, sabiduría y fortaleza en su vocación de acompañar los procesos de iniciación a la vida cristiana, como verdaderos testigos de la fe.

 

ADALBERTO CARD. MARTÍNEZ FLORES

Arzobispo Metropolitano de Asunción

Presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya