Semanario Encuentro

POLÍTICA Y BIEN COMÚN


 Pensar en Paraguay

Por Dr. Julio Giménez

“El hombre es un animal político”, es una frase de Aristóteles. Significa que el hombre se diferencia de los animales, entre otras cosas, porque vive en sociedades organizadas políticamente, en cuyos asuntos públicos participa en mayor o menor medida, con el objetivo de lograr el bien común: la felicidad de los ciudadanos.

Esta concepción de la política ya diseñada por el gran filósofo griego, creo que resume el concepto y el objetivo de la política, de manera clara y eficiente. Si a esto agregamos lo que  nuestra Conferencia Episcopal en su mensaje del 9 de marzo de 2018, donde entre otras cosas dice:

“Nuestro Señor Jesucristo con sus palabras y con su ejemplo nos ha enseñado el sentido de la autoridad como servicio: El que quiera ser grande, que se haga servidor  de ustedes;  y si alguno de ustedes quiere ser el primero, que se haga servidor de ustedes”.

He aquí una simbiosis entre el pensamiento humano, de uno de los más grandes intelectuales y filósofos de la historia y el pensamiento de Cristo Jesús, sobre lo que implica EL SER POLÍTICO. Ese es un polo magnético que debería orientar el derrotero de los políticos, en todos los aspectos de la vida humana.

En este caso nos referimos a la política como forma de acceder al poder en el esquema democrático de conformar los poderes del Estado, principalmente el Ejecutivo y el Parlamento, como también los poderes locales, tales como Gobernaciones y Juntas Departamentales, mediante el voto popular, el próximo domingo 22 de abril.

Y existe una enorme responsabilidad, tanto de los que se presentan como candidatos para los distintos cargos, como el de los electores, de procurar conformar los estamentos gubernativos con gente que tenga antecedentes de probidad, integridad, idoneidad, y con antecedentes probados de moralidad y ética, atributos estos que son minimizados en nuestra relativista sociedad actual.

Es cierto que nuestro sistema electoral nos atrapa en las famosas listas sábanas, en donde tienen cabida todo tipo de personas, que nos recuerda aquella música de Discepolo (La Biblia y el Calefón), todos entreverados, donde la ciudadanía no tiene la posibilidad de discernir conforme a sus virtudes y valores, quienes podrían ser los mejores ciudadanos para regir los destinos de la patria.

Esta concepción pesimista de la existencia de Dios, revela no obstante el reconocimiento de la autoridad en base a la existencia de un ser superior, Dios. A esa visión negativa sobre la supuesta decadencia de Dios, que en realidad no es tal, teniendo en cuenta que los decadentes realmente somos los seres humanos, ya que Dios está siempre, íntegro y eterno, debería corresponder, especialmente a nosotros los católicos, un sentido de responsabilidad, tanto si queremos ser candidatos a ocupar cargos electivos como también para los que van a elegir.

Dentro de ese contexto entonces nos corresponde, en especial a los electores, la grave y difícil tarea de discernir y votar por los que nos representarán en base a nuestros principios y valores, sustentados en nuestra FE EN UN SER SUPERIOR, EN DIOS, en el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, en el respeto al orden familiar que se sustenta en el matrimonio entre la mujer y el varón, y probidad y eficiencia en el manejo de su vida privada y la cosa pública.

Para terminar, el título de este comentario es el de PENSAR EN PARAGUAY, no solo nuestros intereses individuales o de grupo, sino en el interés superior de la nación en su conjunto.

Al respecto y en otro contexto mucho más difícil y doloroso, el P. José Conrado Rodríguez, cubano, en su libro: “Sueños y Pesadillas de un Cura en Cuba”, expresa en una parte del mismo: “Pensar en Cuba, su pasado, su presente y su futuro y por supuesto, descubrir cuál era el papel que a la Iglesia y los cristianos nos tocaba jugar en este empeño. El profetismo cristiano, la misión específica del laico y la Misión que Dios le estaba dando a su Iglesia como servidora y mensajera del Reino, y como servidora de un pueblo en desventura. El mesianismo terrenal de inspiración marxista, que había cooptado todas las dimensiones de la vida, y que le negaba a la Iglesia y a los cristianos un lugar en la “Nueva Cuba”, era un límite pero más aún, UN RETO”.

Esto podemos aplicar a nuestro país que se halla amenazado por el mesianismo totalitario de la Ideología de Género y el relativismo moral, pretendiendo socavar nuestros principios y valores, fundados en nuestra FE en Dios, la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y la familia, que se sustenta en el matrimonio entre la mujer y el varón, así como los hijos que puedan procrear, en un ambiente de sana vida cristiana. Por todo ello, nos corresponde la enorme responsabilidad, dentro de esos parámetros, de elegir a los mejores hombres y mujeres en las próximas Elecciones Generales.