SEMANARIO ENCUENTRO

Por Padre Federico Mernes

fmernes59@gmail.com


Estamos a 50 años de la publicación de esta encíclica, referida por muchos, pero no tan leída. En mis clases del Seminario pregunto a los alumnos de 4° y 5° año si la han leído y me encuentro que sólo unos pocos lo han hecho.

Pablo VI conformó una Comisión de 16 obispos y cardenales para que estudiasen el tema del uso de la píldora anticonceptiva en el matrimonio. La mayoría votó a favor, una minoría –entre quienes se encontraba Karol Wojtila- votó en contra. Unas semanas después sale la publicación que produjo un gran revuelo mediático a corto plazo, y convulsión a mediano plazo.

Se puede decir que dividió las aguas entre los católicos: los que aceptaron la enseñanza del pontífice y vieron confirmada su creencia, y los que la rechazaron.

La encíclica trata del amor conyugal, de la fidelidad en el matrimonio y de la fecundidad. Tiene mucha riqueza de contenido. Valdría la pena estudiarla de nuevo, sobre todo, en los ambientes católicos, para que brille la belleza del amor esponsal del matrimonio, como lo llamaría después San Juan Pablo II. Me consta que en este momento, en nuestro país, están haciendo Talleres sobre la encíclica que es muy actual.

El punto nuclear y muy recurrido es el número 12 donde se dice:

“Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador.”

Es una doctrina que salvaguarda la generación presente y futura, la fidelidad a Dios y la fidelidad a la realidad misma del matrimonio.

La verdad no la hace la mayoría, las corrientes de opinión, las situaciones límites, sino la realidad de las cosas, por eso “la verdad podrá ser conculcada pero jamás vencida”.