Evangelio de hoy
MARTES DE LA SEMANA 6ª DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
Evangelio según San Marcos 8, 13-21
“Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen”
Jesús volvió a embarcarse hacia la otra orilla del lago. Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: “Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”. Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo: “¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?”. Ellos le respondieron: “Doce”. “Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?”. Ellos le respondieron: “Siete”. Entonces Jesús les dijo: “¿Todavía no comprenden?”. Palabra del Señor.
Meditación
Capacidad de apertura y oración confiada. La cerrazón, mendacidad, indiferencia son como la paga de los ídolos, que tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. Pero al parecer los discípulos entran en una competencia con los fariseos y quisieran superarlos, como en una competencia ingenua. Jesús les advierte y les abre el entendimiento.
Es necesario el discernimiento para comprender en profundidad las acciones y las palabras de Jesús, sabiendo que el Evangelio tiene sus opositores. Se trata de cierta lentitud en el aprendizaje y superficialidad en nuestra opción creyente. Se nos invita a no quedarnos en la superficie y a escrutar los acontecimientos con los pies en la tierra.
Los enemigos de Jesús alegan las señales que hubo en tiempos de la esclavitud (éxodo); pero el que viene como amigo a sus amigos, no tenía necesidad de signos o pruebas (Juan Crisóstomo, homilía sobre el evangelio de Mateo, 53, 2-3). La oración confiada nos da una gran capacidad de apertura, sin engaños de ningún tipo; como los amigos que hablan entre sí, donde no se requiere de precauciones. Confianza y advertencia, reporta a la memoria los milagros pasados para hacernos más atentos para lo porvenir.
¡Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor
Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros. R.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el juicio retornará a la justicia,
y la seguirán todos los rectos de corazón. R.
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