Evangelio de hoy

MARTES DE LA SEMANA 30ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Lucas 6, 12-19

 “Porque salía de él una fuerza que sanaba a todos”

Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. Palabra del Señor.

Meditación

El Evangelio de hoy nos enseña que antes de tomar cualquier decisión o tarea importante, debemos buscar la guía de Dios, a través de la oración profunda y prolongada. En este pasaje, Jesús nos da un ejemplo claro de cómo y por qué debemos orar.

Antes de elegir a los doce apóstoles, una decisión clave para el futuro de su misión, Jesús se retiró al monte y durante toda la noche se dedicó a orar. Para Él estaba muy claro que todas sus decisiones debían de alinearse a la voluntad de Dios. Jesús nos enseña que la oración, no es un simple ritual o algo que se hace a la ligera, sino que requiere de una conversación íntima con Dios, que debe guiar nuestras decisiones más importantes.

Recordemos que la oración no es para hacer cambiar los planes o las decisiones de Dios, más bien, debe de ayudarnos a nosotros a aceptar lo que Dios quiere; por eso Jesús se toma tanto tiempo, no se trata solo de apartar un espacio en el día, llegar a una iglesia y exponerle a Dios la necesidad y ya, porque la respuesta de Dios regularmente tarda.

Él no tiene prisa, los de la prisa normalmente somos nosotros. Podemos intentar como el amigo insistente y Dios, con toda seguridad, nos va a abrir la puerta. Pero yo pienso que abrir la puerta no significa que la respuesta sea inmediata. Quizá lo que quiere aprovechar Dios es que ya le tocamos la puerta y entonces nos pasa a sentarnos con Él para ponernos a platicar.

Y es que Él se toma su tiempo, no porque no pueda tomar acciones inmediatas, sino para que nosotros tengamos los elementos necesarios para aceptar su voluntad, que en muchas ocasiones, quizá, no va a ser lo que nosotros queremos. El proceso requiere de un tiempo de discernimiento, aceptación, preparación y cambio.

La gracia va actuando y va transformando gradualmente nuestra voluntad para ir emparejándola con la de Dios, porque nuestras decisiones siempre tienen una consecuencia y una misión; es por eso que no se debe tomar a la ligera. Una mala decisión nos podría poner en riesgo a nosotros y a quienes nos rodean.

Al terminar de orar, Jesús eligió a los Doce y les dio autoridad y poder para sanar y expulsar demonios. Esto nos muestra por qué la importancia en la toma de esa decisión. La elección determinaría también el éxito o el fracaso de su misión. Si aún no lo haces, pon en práctica esta enseñanza tan importante para la vida, dale prioridad a la oración antes de tomar decisiones, las grandes: el cambio de trabajo, el noviazgo, el matrimonio, la vida consagrada, hacer un viaje, hacer una inversión, poner una empresa; como también las pequeñas: cómo reaccionar ante una discusión, un conflicto o qué decir en una reunión. 

La oración debe también estar acompañada de la Palabra, ahí podrás escuchar la voz de Dios, los acontecimientos y consejos de los hermanos en la fe son también herramientas que Dios utiliza para manifestarse y, finalmente, procura también estar alimentado de los Sacramentos, estar en gracia. Todo esto te dispone a estar más atento a lo que Dios te quiere decir. Todas estas herramientas te irán dando los elementos para que tengas un adecuado discernimiento.

Dedica un buen tiempo a la oración porque recuerda que el primer objetivo es escuchar qué es lo que Dios te quiere decir y qué cosas debes cambiar para que estés alineado a la voluntad de Dios en tu vida.