Evangelio de hoy

MIÉRCOLES DE LA SEMANA 13° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Mateo 8, 28-34 

“¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios?”

Cuando Jesús llegó a la otra orilla del lago, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?”. A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo. Los demonios suplicaron a Jesús: “Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara”. Él les dijo: “Vayan”. Ellos salieron y entraron en los cerdos: Estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron. Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio. Palabra del Señor.

Meditación

    Cercanía de Dios y lejanía entre la gente. El Papa Francisco nos habla de la cercanía de Dios y nos sugiere la “cercanía” entre las personas. “Acercarse también a las personas marginadas, acortar la distancia hasta tocarla sin miedo de ensuciarse: esta es la “cercanía cristiana” que nos mostró Jesús liberando al leproso de la impureza de la enfermedad y también de la exclusión social”. (En Santa Marta, julio de 2015). El leproso “era un marginado” se acerca con fe, se arma de valor, le dirige su oración: Señor, si quieres puedes limpiarme”.

    No es sólo un problema social, sino también religioso. “La lepra era una condena de por vida y curar a un leproso era tan difícil como resucitar un muerto”. El Papa recordó que estaban “también los auto-marginados, por la presión de los doctores de la ley que miraban para condenar o poner a prueba a Jesús, hacerlo tropezar y después condenarlo”.

    Sin la cercanía “tampoco se puede formar comunidad, hacer el bien sin acercarse, construir la paz. Jesús, más que decirle: quedas curado, se acercó y tocó al impuro, se hizo impuro. De este modo, carga sobrte sí nuestras impurezas, nuestras suciedades”. Pidamos al Señor la gracia de acercarnos a los necesitados, a los que tienen escondidas sus llagas, la gracia de acercarme.

¡El afligido invoco al Señor, y Él lo escuchó!

El afligido invoco al Señor,

Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

El ángel del Señor acampa

en torno a quienes lo temen y los protege.