Evangelio de hoy
VIERNES DE LA SEMANA 10ª DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio según San Mateo 5, 27-32
“No cometerás adulterio”
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. También se dijo: “El que se divorcia de su mujer debe darle una declaración de divorcio”. Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido comete adulterio. Palabra del Señor.
Meditación
La libertad cristiana y vida en el espíritu. Jesús no se opone a 6 preceptos de la ley bíblica. En realidad, la relación entre la Ley y el Evangelio de Jesús no es de simple contraste, porque el “yo les digo” revela el sentido contenido en el “uds. han oído”, en lugar de suprimirlo. Es decir, Jesús asume la ley y los profetas, rechaza su interpretación reduccionista y literalista (tendencia constante a lo largo de los siglos), y muestra su verdadero sentido: exalta la verdad genuina y la autenticidad del matrimonio.
A la libertad le interesa la justicia. Jesús, ofrece una espiritualidad y moral sexual en plenitud (salvar el cuerpo): “Pues resulta imposible que quien retenga en sí, aunque sea sólo una mínima dosis de injusticia, la justicia se le cuente en su haber, aun cuando crea en el que resucitó al Señor Jesús de entre los muertos. Pues la injusticia nada puede tener en común con la justicia” (Orígenes recurre a san Pablo y plantea la condición de Cristo sabiduría, virtud, justicia, palabra, verdad y vida, que no valdrían sin fe. Pablo insiste en la Resurrección de Jesús).
En este año jubilar de la Esperanza habría que recurrir a la libertad responsable para hacer efectivo el anhelo del Reino: los sueños compartidos y las acciones pastorales a favor de las familias, de los jóvenes, de los más necesitados y de todo el pueblo de Dios. San Antonio de Padua lo hacía en la oración y con sus amigos.
¡Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza!
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos». R/.
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