Llegamos Madre Santa para adornarte y coronarte con las flores de mayo, para ofrendarte coronas de corazones, en concordia, que también te imploran para que podamos crecer en la fe, esperanza y caridad. Queremos llegar hasta tus pies benditos para implorar sobre nuestra vida entera la bendición que ampare nuestra alegría.

Estando nuestros soldados por morir de sed, en la guerra del Chaco, cansados y agotados por la dura marcha, una hermosa y resplandeciente Señora se apareció a uno de sus hijos soldado que la invocaba: “Che memby, pepe oi y” (“Hijo mío, allí hay agua”), señalándole con el índice el lugar. El agonizante soldadito, abriéndose paso entre la maraña de la selva, encontró la aguada. A sus gritos acudió toda la tropa, saciando su fe. Era el 24 de mayo de 1934, y la aguada se llamó “María Auxiliadora”.

Ella nuestra madre camina, nos auxilia y nos indica la fuente del agua viva, fundamento de la vida cristiana: Jesús, el agua viva que salta para la vida eterna. Ella fue testigo y protagonista en el primer milagro del Señor de las bodas de cana. Donde el Señor bendice a esta nueva familia que comienza en Cana de Galilea, transformando el agua en vino, para alegrar más profundamente la fiesta en familia. El señor quiere transformar nuestra vida aguada y superficial en el vino bueno de su espíritu. Dios bendice la familia, y por lo tanto la familia, como en Nazaret, deberíamos cuidarla, amarla como el gran patrimonio de la humanidad, de nuestra fe cristiana forjada en la familia.

Familia doméstica, templo espiritual que se construye día a día en el amor, la humildad, obediencia, la oración, la fidelidad, el respeto, la confianza, el perdón, la reconciliación, en la corrección fraterna en la verdad. Y en nuestra familia a Maria Auxiliadora le tenemos como brújula y guía, imitación e inspiración, para que este templo espiritual que es la familia, nicho de Dios, se levante, como cuando invitamos a levantar el corazón. Nuestra madre María Auxiliadora quien también se preocupa y ocupa por cada uno de sus hijos e hijas y quiere ser de guía en medio de las peripecias de la vida.

La familia es transmisora de los valores y los valores evangélicos, a los hijos, cuna de vocaciones y promotora del bien social. Padre y madres que amamantan a los hijos con la leche buena de la Palabra. Si descuidaran esta misión y rol los hijos crecen desnutridos espirituales. Hay muchas familias como las nuestras que se han ocupado de nutrir a sus hijos con el pan de la palabra y de la fe. Y muchas familias que han abierto las puertas de par en par para ayudas solidarias a personas necesitadas de alimentos de medicamentos y otras asistencias. Familias que han sabido ser de auxilio para los hermanos necesitados. Auxilio inspirado en el Auxilio que recibimos de Ella. Familias que han entendido que la única deuda que tenemos unos con otros es la de practicar el amor recíproco.

Familias que han sido grandemente probadas y sin embargo con la ayuda de lo Alto han podido superar las grandes aflicciones. Y hoy con mucha fe quieren ofrecer la ofrenda de sus sufrimientos, quebrantos y alegrias. La ofrenda de la propia vida y de los propios sacrificios hecho por amor son siempre ofrendas agradables a Dios.

Este Templo Santuario Dedicado a María Auxiliadora presidido por el Arzobispo Ismael Rolón, de feliz memoria, el 21 de mayo de 1989, hace 35 años y elevado a Santuario por el Arzobispo Pastor Cuquejo el 22 de mayo del 2004, hace 20 años, es centro de peregrinaciones, para aquí desde el lugar y altar encontrarse con Jesús el Señor Maestro, fuente de la sabiduría y María Maestra.

El profético sueño de Juanito Bosco, a los 9 años, 1824, donde el Señor le aseguró que le daría una Maestra bajo cuya disciplina podría adquirir sabiduría. Tomándolo de la mano la Madre los condujo a cuidar del rebaño que se le encomendaba. Años más tarde, en 1860, la Virgen se le apareció nuevamente en otro sueño y le expresó su deseo de ser honrada con el título de “Auxiliadora”. Don Bosco consideraba a la Virgen María como la “Auxiliadora del Pueblo de Dios”.

San Juan Bosco ha sido un hombre totalmente entregado al plan de Dios, se ha puesto en sus manos para hacer instrumento, brújula y guía para tantas generaciones de jóvenes y familias. Su testimonio de vida, su alegría ha llevado a muchos jóvenes, rebaño de Dios, a encontrarse con Jesús, con la Virgen Santa que es amparo y abrigo para tantos jóvenes, huérfanos de afectos. Dejen que los niños vengan a mi. Que los adolescentes, los jóvenes, vengan al Señor.

María dice: «Proclama mi alma la grandeza del Señor», hoy la Iglesia también canta las alabanzas al Señor con María Santísima y lo canta en nuestras familias y comunidades. Al hablar con Isabel, mientras lleva a Jesús en su vientre, anticipa lo que dirá su Hijo, cuando proclame bienaventurados a los pobres y a los humildes y haga una advertencia a los ricos y a los que confían en su propia autosuficiencia. La Virgen, por tanto, proclama y profetiza con este cántico, con esta plegaria: que no son el poder, el éxito y el dinero, los que prevalecen, sino que prevalecen el servicio, la humildad y el amor. Y mirándola en la gloria, comprendemos que el verdadero poder es el servicio, reinar significa amar. Maria Auxiliadora, Maestra y guía nos señala el camino: la obediencia de la fe, haciendo y viviendo las Palabras del su Hijo. Caminar en el Camino, la fuente de agua viva. La única Agua que sacia verdaderamente nuestra sed de plenitud. Que los pasos de nuestro peregrinar lo dirijamos hacia las fuentes tranquilas de la Sabiduría de su Palabra. Como lo hizo Don Bosco y tantos santos de la familia salesiana.

También María Felicia Guggiari, la Beata Chiquitunga, a los cinco años entró en el colegio María Auxiliadora de Villarica, donde aprendió a amar a la madre de Jesús y a confiarse en ella cada día. La Virgen ocupó en su vida un puesto muy importante; la llamaba “mi madrecita, la llena de gracia” y decía: “Quiero sólo pertenecerte, mamita, para que tú, llevándome de la mano como a una niña pequeña, me conduzcas a Él, el único, el amor exclusivo de mi corazón”. Ella fue llevada por su mano para alcanzar el peldaño de la santidad.
La Virgen María, siempre es pequeña, siempre desprendida de sí misma, siempre libre de ambiciones. Su ejemplo de humildad es todo. Es lo que nos salva del Maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices. Y la humildad es la fuente de la paz en el mundo y en la Iglesia. Donde no hay humildad hay guerra, hay discordia, hay división. Dios nos ha dado ejemplo de humildad en Jesús y María, para que sea nuestra salvación y felicidad. Y la humildad es precisamente la vía, el camino hacia la salvación. ( Catequesis del Papa Francisco, 22 de mayo 2024)

María Santísima también bajo la cruz ofrece al propio hijo con fe y esperanza. Ella es Madre de la Esperanza que no defrauda, que es el lema del Jubileo 2025. Que no les roben la esperanza, porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos hace avanzar mirando al cielo. Y María está siempre allí, cercana a esas comunidades, a esos hermanos nuestros, camina con ellos, sufre con ellos, y canta con ellos el Magnificat de la esperanza.

 

Asunción, 24 de mayo 2024

 

+Adalberto Card. Martínez Flores