Homilía en la Festividad de María Auxiliadora

24 de mayo del 2021

 

Queridos Hermanos y Hermanas

Queridos todos, hijos e hijas de María Santísima

Quiero compartir con ustedes, el sentido de la Palabra de Dios que fue proclamada hoy para nosotros.

  1. Del libro del Apocalipsis:

Aquí empieza la segunda parte de la visión de Juan. La Iglesia ha salido del marco judío y se amplía el horizonte. La Iglesia va al encuentro de las naciones, luchando contra el poder del Demonio. Empieza una serie de siete signos o visiones en el cielo. Las dos primeras nos presentan a los protagonistas de la historia sagrada, la Mujer y el Dragón, el Pueblo de Dios y el Demonio.

Apareció una mujer. Aparece rodeada de gloria, pero sufriendo los dolores del parto. Ella representa a la humanidad. Al comienzo de la Biblia, estaba representada por Eva, la mujer que pecó. Ahora, en cambio, vemos a la humanidad tal como Dios la desea: sufriendo los dolores de parto, porque toda nuestra historia es la preparación dolorosa de nuestra salvación. Y da a luz a un niño que es Cristo en persona. El Salvador es el fruto del amor de Dios a los hombres. La salvación viene tanto de Dios como de la humanidad.

La mujer es la humanidad que coopera en los planes de Dios; también es María, que da a luz a Jesús; también es la Iglesia que huye al desierto, es decir, que vive retirada espiritualmente del mundo y alimentada por la palabra de Dios durante el tiempo de las persecuciones.

La serpiente es la misma del primer pecado, solamente que anda mejor vestida. Las siete cabezas indican la multiplicidad de sus inventos, los diez cuernos (cifra imperfecta) afirman que su poder no es invencible. Conoció una derrota en el cielo, aunque haya logrado arrastrar en su caída a cierto número de ángeles: un tercio de las estrellas

En cuanto al hijo varón, Satanás se preparaba a destruirlo en la cruz, pero al resucitar escapa de la serpiente.

Del Evangelio Según san Juan

Juan relata solamente siete milagros de Jesús, y los llama unas veces “obras” y otras veces “señales”. Son obras del Hijo de Dios, en las que manifiesta su poder. Son señales, es decir, cosas visibles hechas a nuestra medida, con las que nos da a entender su verdadera obra, que consiste en dar la vida y renovar al mundo.

Este relato tiene su significado inmediato: Jesús se encuentra participando en la fiesta de la aldea. El Hijo de Dios tenía tiempo para perder y su participación no se limitó a fingir su interés por lo que ahí se vivía.

Juan comienza aquí con un matrimonio, y la obra de Jesús terminará con las nupcias, alianza eterna entre la humanidad y Dios. A la mujer se la presenta aquí igual como en María Santísima a los pies de la cruz. Y la hora de Jesús es la de su sacrificio, mencionada repetidamente en el Evangelio. María Santísima intercede para que se adelante la “hora de Jesús” mediante el signo de la transformación del agua en vino. Ahí se preanuncia que del costado de Cristo manará “agua y sangre”, son los signos de la Eucaristía.

Leamos con atención este relato donde las respuestas parecen que tocan la pregunta de paso. Esta primera intervención de Jesús es el signo de lo que será el término de su paso por entre nosotros, las bodas de Dios con la humanidad. Estas se celebrarán en la sangre de Cristo, pero Juan nos mostrará el otro aspecto de ellas, las “bodas del Cordero”, en el libro del Apocalipsis.

 

  1. Un aspecto de la devoción de Don Bosco a María Auxiliadora:

Esta devoción tan popular y tan arraigada en la Iglesia, especialmente en la familia salesiana, tiene su origen en Don Bosco. Aprendió de su madre, Margarita Occhiena el amor a María, la Madre de Jesús y nuestra Madre.

En el día de su nacimiento, la mamá Margarita lo tomó en sus manos y presentándolo ante una imagen de la Santísima Virgen le dijo: “Te consagro este niño. Encárgate tu de defenderlo, ayudarlo y santificarlo. Cuando Juanito se fue por primera vez a la ciudad a estudiar, Mamá Margarita le dijo: “Recuerda que yo te consagré a María Santísima desde el día de tu nacimiento. Encomiéndate siempre a ella. Tus amigos escógelos entre los que sean más devotos de Nuestra Señora. Cuando seminarista Don Bosco recibió su ordenación sacerdotal, la buena mamá le recomendó: Esfuérzate por propagar por todas partes la devoción a la Virgen María.

Esto lo cumplió Don Bosco cuidadosamente y con gran entusiasmo durante sus 47 años de su sacerdocio.

La novena de María Auxiliadora le sirvió como para propagar la devoción y la confianza en la protección de la Virgen María. Hay muchísimas anécdotas que relatan cómo las personas sanadas, que habiendo acudido a la Novena de María Auxiliadora, con toda fe y confianza, acudieron a Don Bosco para colaborar en la construcción del grandioso santuario que el Santo estaba construyendo y que había comenzado con unos céntimos diciendo: Ella será quien construya su templo. Yo seré solo su cajero.

Uno de los aspectos importantes de la devoción a María es su intercesión poderosa ante Dios. No es una devoción intimista, solitaria. La devoción a María Auxiliadora le llevó a Don Bosco a una pastoral activa, preventiva, social. Aprendió de María Auxiliadora a ser también el auxiliador. Para más, con Santa Dominga Mazarello fundó un instituto para mujeres con el nombre de Hijas de María Auxiliadora.

Así toda la obra en favor de la juventud más pobre y abandonada de Turín, con el Oratorio y las escuelas profesionales. Se trata de una acción de salvación que tiene muchos aspectos en la vida humana: educación, trabajo, familia, vocación, servicio, santidad. Estos aspectos hacen que la vida del joven o del devoto de María Auxiliadora, aprendan a ayudar, a proteger, a ser solidario, a auxiliar a quienes están en situaciones difíciles, en momentos de dolor o angustia. La devoción creaba esperanza, seguridad de la protección materna de María, contagiaba positivamente para hacer el bien y aprovechar el tiempo en dedicarse al cuidado de otros más carenciados.

  1. Este es el tiempo para acudir a María Auxiliadora con fe:

Es bueno saber que María Auxiliadora es para los tiempos difíciles. Esta devoción implica una actitud proactiva de valentía para afrontar dificultades, tensiones, conflictos, guerras, situaciones que aparentemente podrían ser imposibles.

Es necesario recurrir a la madre de Dios con la invocación del título de “Auxilium Christianorum” Auxiliadora de los cristianos. Este tiempo de pandemia de muchos contagiados y muchas muertes, recurramos a María. Estamos en esta guerra sanitaria que nos afecta a todos. Nuestra responsabilidad cristiana nos lleva afrontar esta prueba tan adversa a la humanidad, a América Latina, al Paraguay, mediante la oración y mediante los medios necesarios para prevenir o para curar la enfermedad del COVID-19.

Esta situación golpea a todos. Nos indica la fragilidad de la persona humana como también la impotencia de los medios sanitarios colapsados. La misma ciencia está desorientada ante este virus terrible. Como nunca en este campo científico circulan comentarios e informaciones contrapuestas que crean confusión en todos, pues no somos entendidos para discernir la teoría de unos y de otros, quienes aceptan las vacunas y quienes las rechazan. Mientras tanto, millones de personas han sido vacunadas y es el único medio para vencer esta enfermedad.

Esta es la oportunidad para que las autoridades nacionales puedan resolver su misma organización sanitaria, que se demuestra desfasada. Una reprogramación sabia es indispensable para hacer frente a los nuevos desafíos que se presentan en progresión geométrica. Por eso, rezamos también por las autoridades, que sepan encontrar los mejores medios para alivianar el sufrimiento de miles de familias paraguayas.

Es por eso que surge el reclamo para poder atender como prioridad nacional, las necesidades sanitarias, tanto del personal de blanco en los hospitales y sanatorios, sean nacionales o privados, como también socorrer a los enfermos con los medicamentos adecuados y con estructuras sanitarias ampliadas, con urgencia. Pensamos que este criterio se está ejecutando con la máxima celeridad. Es cuestión de vida o muerte.

Sería un pecado muy grave la indiferencia o la desidia o la búsqueda de negociar con las necesidades de la gente especialmente la más probada como son las familias pobres y las que quedaron sin trabajo.

En este clamor por la salud y por la vida, recurrimos juntos a la Madre Auxiliadora para que ilumine a las autoridades, les dé sabiduría en programar las soluciones adecuadas que claman un grito al cielo.

Recurrimos también a María Auxiliadora para que aleje de nosotros comportamientos egoístas e indiferencia ante el dolor de muchas familias y ante tantas muertes que no nos pueden dejar descansar en paz.

La Iglesia ha acompañado con una misa de Réquiem a todos los familiares que perdieron a sus seres queridos. El próximo sábado 3 de julio a las 11:00 horas, las parroquias de la Arquidiócesis se unirán en una misa de Réquiem por los difuntos de su territorio. Seguimos pidiendo que se realicen los funerales según manda la piedad cristiana de rezar las exequias y luego acompañar a los familiares llevando el féretro de sus seres amados.

La pastoral social continuó creciendo sus servicios para la adquisición de medicamentos. Es bueno ese ejemplo para que en todas las instituciones se hagan esfuerzo de solidaridad para asistir las necesidades de quienes están en apuro y en momentos de peligro de vida.

Tomemos en serio todas las precauciones para cortar con los contagios y para disminuir la cantidad de muertes. Y sepamos unirlas con nuestra oración y nuestra confianza en María Auxiliadora para que su intercesión nos ayude a la salud física y espiritual de nuestro pueblo.

 

+ Edmundo Valenzuela Mellid, SDB

Arzobispo Metropolitano de la Santísima Asunción