SAN PÍO X, PATRONO DE LOS CATEQUISTAS

Giuseppe Melchiorre Sarto, nació el 2 de junio de 1835 en Riese, al norte de Italia, provincia de Treviso, de familia campesina. Después de los estudios en el seminario de Padua fue ordenado sacerdote a los 23 años. En esos años de valiosa experiencia pastoral, el futuro Papa mostró el profundo amor a Cristo y a la Iglesia, la humildad, la sencillez y la gran caridad hacia los más necesitados, que fueron características de toda su vida. El 4 de agosto de 1903 fue elegido Papa, ministerio que aceptó con titubeos, porque consideraba que no estaba a la altura de una tarea tan elevada. Pío X murió días después que estalló la primera gran batalla de la 1ª Guerra Mundial, en Lorena, Francia, el 20 de agosto de 1914 a los 79 años. Dicen que murió por este gran dolor. Fue Papa por 14 años.

Como Romano Pontífice preparó un texto de doctrina cristiana para la diócesis de Roma, que se difundió en toda Italia y en el mundo. Este catecismo, llamado «de Pío X», fue para muchos una guía segura a la hora de aprender las verdades de la fe, por su lenguaje sencillo, claro y preciso, y por la eficacia expositiva.

Como muchos lo definen, el programa de su pontificado, es el programa del Buen Pastor, que alimenta, guía y custodia el rebaño humano de la Iglesia con amor, y con idéntico amor busca a las ovejas perdidas para atraerlas a Cristo.

Pío X supo responder como sucesor de Pedro, a las preguntas del Señor Resucitado: ¿me amas más que estos? El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos». Corderos y ovejas que cuidó con solicitud.

(Carta de San Pablo a Tesalónica     2, 2b-8)
Hermanos: Dios nos dio la valentía necesaria para anunciarles su Buena Noticia en medio de un penoso combate. Nuestra predicación no se inspira en el error, ni en la impureza, ni en el engaño. Al contrario, Dios nos encontró dignos de confiarnos la Buena Noticia, y nosotros la predicamos, procurando agradar no a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones.

Cristo el Buen Pastor, nos ha pastoreado, en un penoso y doloroso combate, nos pastorea con amor personal, nos encontró dignos de confiarnos la Buena Noticia para ser transmisores y obreros de dando la vida por nosotros, nos conoce por nombre, no busca otro interés, su amor y anhelo es guiar, alimentar y proteger a sus ovejas de los lobos disfrazados de ovejas. Él ha abrazado con su vía crucis, el nuestro.

El Buen Pastor también nos pregunta, te pregunta: me amas más que estos? En una llamada a ser buenos pastores unos de otros. Llamados a ser maestros del Evangelio aprendiendo como discípulos del Divino Maestro en la escuela de la Sabiduría, para conducir a otros por senderos del bien, verdaderos y justos.

El Papa Francisco, nuestro pastor aquí en la tierra nos dice: es triste y hace daño ver puertas cerradas: las puertas cerradas de nuestro egoísmo hacia quien camina con nosotros cada día, las puertas cerradas de nuestro individualismo en una sociedad que corre el riesgo de atrofiarse en la soledad; ¿las puertas cerradas de nuestra indiferencia ante quien está sumido en el sufrimiento y en la pobreza?

Hablando también a los hermanos y a las hermanas laicos, a los catequistas, a los agentes pastorales, a quienes tienen responsabilidades políticas y sociales, a aquellos que sencillamente llevan adelante su vida cotidiana, a veces con dificultad, les dijo: sean puertas abiertas. Jesús el Buen Pastor nos alimenta de su Cuerpo y Sangre.

“La Santa Comunión es el camino más corto y seguro al Cielo” decía San Pío X. No recuerda las palabras del beato Carlo Acutis, que decía que la eucaristía es la autopista para el cielo.

En particular, escribió en su decreto que todos debían recibir la sagrada comunión más a menudo, incluso diariamente si era posible. En aquella época, los católicos estaban acostumbrados a comulgar solo una vez al año. Muy pocos recibían la sagrada comunión semanalmente, y normalmente solo los sacerdotes la recibían a diario. San Pío X quiso corregir esta práctica de abstención.

Queridos hermanos y hermanas. Que la vida de San Pio X nos inspire y aliente en la misión de ser buenos pastores y pastoras como discípulos del Señor. Que este divino alimento nos fortalezca y trasforme más y más para para Pedimos hoy muy especialmente por nuestros catequistas, a quienes agradecemos su vocación de ser anunciadores de la Buena Nueva. Encomendamos estas intenciones a nuestra Madre, Protectora e Intercesora, la Santísima Virgen María de la Asunción.

 

Adalberto Card. Martínez Flores

21 de agosto 2024