Catedral Metropolitana – 01 de enero del 2020

MENSAJE AL INICIO DEL 2020

Queridos hermanos y hermanas:

La solemnidad de María Santísima Madre de Dios coincide con la Jornada Mundial de la Paz.

La primera lectura nos deseaba la bendición de Dios: “haga resplandecer su rostro sobre ti y te mire con buenos ojos! ¡Yavé vuelva hacia ti su rostro y te dé la paz” (Num 6,22).

El evangelio de Lucas afirma que “María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior” (Lc 2, 19).

Nos encomendamos a María, para que también nosotros en este año dedicado a la Palabra sepamos guardar los acontecimientos de nuestra vida cristiana y eclesial, meditándolas y haciendo vida en nuestro interior, toda gracia recibida durante el pasado año.

La Palabra de Dios sea luz para nuestro camino hacia el 2020. Toda nuestra acción pastoral está atravesada por el proyecto del amor de Dios, manifestado en la muerte y resurrección de su Hijo, quien es la “Palabra”, el “Verbo de Dios” existente antes de toda la creación y por quien la creación fue hecha. Es Palabra de amor. Dios nos ama y por eso envió a su Hijo, rostro visible de misericordia del Dios Padre invisible.

Quiero compartir con ustedes parte del Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2020: “La Paz como camino de Esperanza: Diálogo, Reconciliación y Conversión ecológica”, comentando aquellos puntos centrales que inspiran a la Iglesia en proponer el camino de la construcción de la Paz y luego presentar el proyecto pastoral de la arquidiócesis para el presente año.

Cristo es nuestra paz. Esa paz que para Francisco es “un bien precioso, al que aspira la humanidad, nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables”

Ante la cultura de las amenazas, de la desconfianza Francisco remarca la importancia de “ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados, ante Aquel que nos ama y nos espera, como el Padre del hijo pródigo (cf. Lc 15,11-24)” y declara que “la cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza. Hace que cada encuentro sea una posibilidad y un don del generoso amor de Dios. Nos guía a ir más allá de los límites de nuestros estrechos horizontes, a aspirar siempre a vivir la fraternidad universal, como hijos del único Padre celestial”. En una palabra, es el “proyecto de fraternidad, inscrito en la vocación de la familia humana”.

Continua el Papa Francisco al respecto: “la paz solo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana”. En ese sentido nuestro país cristiano sabe que “debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca”.

La propuesta pastoral de la Arquidiócesis 2020

Asumiendo el año dedicado a la “Palabra de Dios”, la primacía es de escuchar, meditar, orar y vivir la Palabra de Dios, siguiendo las lecturas litúrgicas de cada día del año. La Palabra de Dios, la Sagrada Escritura es transversal a los cuatro ejes que inspiran el camino sinodal de parroquias, instituciones educativas, comunidades religiosas, movimientos laicales, de la vida cristiana de las familias congregadas en la Iglesia:

  1. Iniciación a la vida cristiana y mistagogía.
  2. Valores éticos y morales.
  3. Prevención y protección de menores.
  4. Economía solidaria.

No es posible hacer un comentario a los 4 puntos del proyecto pastoral

Comenzando por el primer objetivo, la Iniciación a la vida cristiana y la mistagogía desarrolla una formación integral del discípulo misionero de Jesucristo. La fe cristiana ilumina y orienta todos los ámbitos de la vida personal, familiar, social, económica, política, cultural, religiosa. “Ustedes son la luz del mundo” decía Jesús a sus discípulos. Nada de lo humano es ajeno al cristiano. La Iglesia en la constitución pastoral Gaudium et Spes enuncia: “Las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres y de todos los que sufren, son también las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los discípulos de Cristo, y nada hay de genuinamente humano que no tenga eco en su corazón” (GS, 1).

Durante los años pasados ha comenzado un plan pastoral que está dando resultados sorprendentes al surgir nuevas comunidades cristianas alimentadas por la Sagrada Escritura, por los ritos litúrgicos y por la vivencia fraternal entre sus miembros y con la comunidad parroquial y diocesana. La propuesta es continuar con el acompañamiento pastoral de dichas comunidades mediante la etapa de la “mistagogía”, es decir, profundizando la fe, la esperanza y la caridad que brotan del misterio de Jesucristo. Es todo un desafío de alta espiritualidad para que el discípulo conozca, ame y difunda el amor misericordioso de Dios, manifestado en Jesucristo.

El segundo compromiso del proyecto pastoral es afrontar la corrupción mediante la educación y promoción de los valores éticos y morales. Sin estos valores no es posible la paz.

El valor de la equidad es fundamental para la vivencia de la paz. Es bueno que las autoridades se encuentren con el pueblo, que escuchen el clamor de los pobres y de los más excluidos de la sociedad. Un proyecto de combate a la pobreza comienza amando a los pobres, ocupándose de sus vidas y familias. El logro de un gobierno se manifiesta en la conquista de la equidad, pues la inequidad está a la base del desequilibrio económico y social. Como dice el Papa Francisco “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales” (EG 202). Por eso, nuestro país, para obtener la paz debe afrontar el tema de la inequidad.

Nuestro país está construyendo la paz, entre luces y sombras. Ha registrado señales claras de combate a la corrupción, pero se reclama que nadie quede impune ante los delitos éticos y morales cometidos y que la fiscalía, los jueces y la Policía nacional actúen conforme a las leyes, según cada caso y no los encubran.

Entre los valores éticos y morales propuestos para el trabajo pastoral del año se encuentran: respeto, honestidad, tolerancia, responsabilidad, trabajo, humildad, justicia-equidad, lealtad-fidelidad, solidaridad y gratitud.

Para atender efectivamente la transformación institucional y productiva del país, y alcanzar mayores niveles de eficiencia y transparencia, es necesario fortalecer las capacidades de gestión pública e incrementar la movilización de recursos públicos y privados para el desarrollo. Hará falta promover cambios estructurales productivos y facilitar la integración adecuada del país en el mundo para eso es necesario fomentar la inserción internacional de empresas paraguayas.

En el plano económico ha registrado un importante crecimiento en la última década, el cual ha estado acompañado del fortalecimiento del marco de políticas macroeconómicas y mejoras en el bienestar de la población. Sin embargo, existen factores de riesgo externos e internos que podrían afectar la paz y la continuidad y sostenibilidad de los logros alcanzados.

La calidad de vida ha mejorado en diferentes dimensiones, sin embargo, persisten desafíos, particularmente a nivel territorial, donde la inequidad entre zonas rurales y urbanas es pronunciada, afectando particularmente a las poblaciones campesinas e indígenas. “Hubo signos de conflictos que se han producido con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles”.

Resuenen en nuestras comunidades y familias la afirmación que «La paz brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las comunidades” y que “el mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación”.

La Iglesia “participa plenamente en la búsqueda de un orden justo, y continúa sirviendo al bien común y alimentando la esperanza de paz a través de la transmisión de los valores cristianos, la enseñanza moral y las obras sociales y educativas”.

Es conveniente plantear la necesidad de fortalecer la institucionalidad para asegurar la utilización eficiente de los recursos. Si cada institución en su múltiple variedad de servicio funcionare conforme a sus objetivos propuestos y cumpliere sus propias normas y leyes, fortalecería el bien común y se convertiría en agente de desarrollo ético y moral en la construcción de la justicia y de la paz.

Es bueno saber que esto conlleva lógicamente a mejorar sustantivamente la calidad del gasto público. No más privilegios injustos para sectores políticos minoritarios a quienes, parece ser, no les interesa un país mejor y sino su propio interés y dinero. El país cuenta con el potencial para dar continuidad al rápido crecimiento económico. Es necesario un plan global en la integración con los mercados internacionales y diversificando su aparato productivo; continuar con la infraestructura productiva y social, con los criterios de sostenibilidad económica, social y ambiental de la misma; priorizar la persona humana que es el mejor capital, mejorando las condiciones de vida, particularmente, de poblaciones vulnerables, pues vale más una persona humana que cualquier tesoro animal, vegetal o mineral y por supuesto, robusteciendo la gestión pública como también mejorar el funcionamiento de todas las instituciones públicas o de gestión privada.

El Papa Francisco nos reclama sobre esto: “entre los valores que queremos destacar se cuenta la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas” de manera que “este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común”. Debemos seguir con el Cuidado de la Casa Común que es un tema global, pues todo está conectado: la naturaleza, la vida humana, el bien común. Este año tuvimos los 4 males, inundaciones, sequía, heladas e incendio. A pesar de todo el país ha mantenido un estándar económico aceptable. Se abre siempre una esperanza de vida mejor para todos, teniendo como principal, la vida de los pobres para quienes debe beneficiar la distribución equitativa de los bienes.

Termina el Papa apuntando hacia la confianza: “Se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz”, aclara, y en esto “podemos inspirarnos en el amor de Dios por cada uno de nosotros, un amor liberador, ilimitado, gratuito e incansable” (fin de la citación)

 

La familia, sede de amor y de solidaridad humana

Recordemos que para la Iglesia la familia basada en el matrimonio, es decir, en la unión de alianza de amor fiel y duradero entre un varón y una mujer es el modelo de toda familia. Es mi deber alentar a todo fiel cristiano a tomar en serio su humanidad y velar porque cada persona sea acogida y apoyada en su familia, primer y más importante grupo social e institución básica de la sociedad; por tanto, es necesario reconocer el valor intrínseco y extrínseco de la familia como sostén de cada ser humano. Familia que nace en el matrimonio de un varón y una mujer con apertura a los hijos. Sobre el tema de las personas con atracción homosexual, la Iglesia les abre las puertas y les apoya en su camino de conversión, como a todos los otros hijos. Sin embargo, hay que aclarar que está apertura y acompañamiento implica un ‘ponerse de cara a la verdad’ con misericordia y respeto.

El magisterio de la Iglesia en su sabio discernimiento está expresado en el catecismo de la Iglesia con palabras de acogida y de corrección fraterna para quienes deseen vivir la experiencia de la fe, cualquiera sea su circunstancia. En el caso de las personas con atracción homosexual se habla de que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados… no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual”, por tanto, sin ninguna aprobación. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior”… (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 23.57-.58-.59). Es la doctrina clara que desde la Iglesia universal aceptamos, enseñamos y proponemos como verdadera.

La comunicación social

La palabra, como la imagen hoy, debe tener todo su peso y saberla usar en los medios de comunicación. El uso que la gente hace de los medios de comunicación social puede producir efectos positivos o negativos. El impacto de la comunicación social es enorme. Por medio de ella la gente entra en contacto con otras personas y con acontecimientos, se forma sus opiniones y valores. No sólo se transmiten y reciben información e ideas a través de estos instrumentos, sino que a menudo las personas experimentan la vida misma como una experiencia de los medios de comunicación social (cf. Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Aetatis novae, 2).

Al reflexionar en los medios de comunicación social, debemos afrontar honradamente la cuestión «más esencial » que plantea el progreso tecnológico: si, gracias a él, la persona humana « se hace de veras mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a todos » (Juan Pablo II, Redemptor hominis, 15).

Nos auguramos que los medios de comunicación colaboren con la difusión de los valores éticos y morales, sean educadoras de la gente con la palabra de verdad y de amor. Como expresa el Papa Francisco, los comunicadores sociales “eviten la manipulación y la desinformación”. A imitación de Radio Caritas-UC para quien “La palabra no tiene precio… La palabra tiene valor… ¡Radio Caritas Universidad Católica, compromiso con la verdad!!… Con esa Radio y los otros medios de comunicación han colaborado para que la voz de los miembros de la Iglesia sea difundida.

 

La educación

Nuestro país debe afrontar la formación de la persona, como criterio principal de la comunidad educativa en vista a la renovación académica y curricular. El mundo de la información debe ser analizado por el “maestro” o la “maestra” con una competencia llena de valores éticos y morales, dándole a la información su sentido humano abierto a la verdad y al amor.

Persisten retos de ingreso tardío al sistema. Esto repercute en el desempeño académico durante el primer ciclo de la educación básica e incide en las tasas de repetición.

Menos de la mitad de los jóvenes de 15 a 17 años asiste a la educación media, es decir, uno de cada dos estudiantes. La escuela enseña poco o casi nada los valores morales que la familia ha dejado de lado al insertarse laboralmente. Sus chicos crecen sin el apego familiar y sin la valoración de la autoridad paterna-materna, son albo fácil para el micro-tráfico, la delincuencia juvenil y se encuentran que ni estudian ni trabajan.

Conclusión

Nos auguramos un año nuevo lleno de bendiciones y de desafíos para el país en la construcción de la paz. El plan pastoral de la arquidiócesis nos ayude a formar al cristiano, discípulo misionero como también al ciudadano, formado en los valores éticos y morales. La economía solidaria fortalezca el bien de los pobres y excluidos ofreciéndoles mejores condiciones de vida. La protección de los menores ante los abusos que se generan en las familias y en las instituciones sea acompañada con la prevención de tales abusos. Las familias con una educación en valores apoyen a las instituciones educativas escolares como parte de la comunidad educativa, juntamente con los medios de comunicación social.

Que el Príncipe la de Paz, Jesucristo nos conceda mucho amor a las familias, a los pobres y que las autoridades nacionales y municipales asuman su amor a la Patria por encima de toda otra ocupación.

María Santísima, Madre de Dios interceda por nosotros en este compromiso pastoral y social.

+ Mons. Edmundo Valenzuela Mellid, Arzobispo de la Santísima Asunción.