Semanario Encuentro
Por Cristian Cantero
ENTREVISTA REALIZADA AL PROF. DR. EUGENIO FERNANDO YÁÑEZ ROJAS, EXPERTO EN DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA.
El pasado viernes 28 de setiembre tuvo lugar la apertura del primer Diplomado en Doctrina Social de la Iglesia, Derechos Humanos y Bioética que fue propiciado por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Diplomáticas de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción (Paraguay), la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad San Sebastián (Chile), y los institutos San Roque González de Santa Cruz y Tomás Moro. En la ocasión, el Prof. Dr. Eugenio Fernando Yáñez Rojas (Chile), tuvo a su cargo una ponencia magistral sobre el panorama histórico general de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), cuyos principios permanecen vigentes ante los problemas que afectan al mundo de hoy.
En una entrevista exclusiva concedida al Semanario Encuentro durante su estadía en el país, el Prof. Dr. Yáñez Rojas destacó la importancia de vivir la fe y pensar inteligentemente todos los grandes problemas a la luz de la DSI.
¿Cuáles son las respuestas que desde la Doctrina Social de la Iglesia se pueden brindar a los problemas de la vida moderna?
Respondería lo mismo que le dije a un diputado cuando me preguntó sobre cuál es la estrategia en la política para abordar los problemas: ser católico. Eso es, tomarse en serio los principios de la Doctrina Social de la Iglesia y rezar. Primero rezar, no olvidarse nunca de rezar porque cada vez rezamos menos y desesperamos de la eficacia de la fe. Ser católico no significa andar con estandartes ni llegar al Parlamento y decir: “yo soy católico”, sino vivir la fe y pensar inteligentemente todos los grandes problemas a la luz de la DSI. A veces cuando los alumnos me preguntan cómo puedo hacer algo en la Universidad como católico, les digo que, siendo mejor alumno, siendo el más aplicado, el más inteligente, el que más ayuda a sus compañeros, y sacando buenas notas, o sea, ser un ejemplo como estudiante. No necesitas andar con una cruz diciendo yo soy católico porque un tipo católico no es un tipo extraño ni alguien que viene desde fuera. Es una persona que está en el mundo sin ser del mundo, y que tiene algo que decir. No es que haya una estrategia que uno tenga que sentarse a planificar sino que hay que vivir la fe, que se proyecta socialmente y se hace cultura. La “receta” sería vivir la fe.
¿Cuál sería el rol de la Iglesia en el mundo en esta época?
El mundo debería ser siempre el reflejo de la Iglesia, no al revés. No es que la Iglesia deba adecuarse al mundo, porque si fuera así dejaría de ser Iglesia. Algunos dicen que la Iglesia tiene que ceder, porque o si no se va a quedar sin “clientes”. Si eso ocurre, es mejor fidelizar a esos pocos que se quedan, como mencionaba el cardenal Ratzinger en una visión casi profética de la Iglesia al decir que va a perder poder y se volverá más pequeña, con menos adeptos; pero, los pocos que van a quedar van a vivir intensamente su fe. Entonces, creo que la fe, naturalmente, se proyecta en la sociedad, en lo cultural, por eso, reitero que lo importante es vivir la fe en la familia y en el trabajo.
Ante las situaciones cambiantes en la sociedad actual, ¿considera necesario adaptar el Magisterio a los tiempos actuales?
Lo propio de la Doctrina Social de la Iglesia no es la novedad, es la verdad. Si bien la DSI no es algo estático, férreo, que no se pueda mover, va progresando; pero, no progresa a causa del tiempo sino en el tiempo. No es la novedad el criterio. La Iglesia va viendo mejor su objeto de estudio, y debe hacer su juicio complementado. Si uno ve, por ejemplo, la encíclica Casti Connubii (Unión casta) del Papa Pío XI sobre el matrimonio cristiano y la compara con la exhortación apostólica Familiaris Consortio (La comunidad de la familia) del Santo Padre Juan Pablo II o con Amoris laetitia (La alegría del amor) del Papa Francisco, ve que hay un cierto cambio, por ejemplo, en el énfasis que se ponía en el objeto propio del matrimonio, en su carácter unitivo. Y hoy en día, eso ya no es así, quizás porque los aportes de la sicología ha dado ciertos principios. Desde ese punto de vista quizás uno puede decir, no que la Doctrina Social de la Iglesia se haya adaptado, sino que ha ido conociendo y viendo mejor su objeto. No es (que) cambió el mundo y (entonces) debe cambiar también la Iglesia para no quedar fuera en esta especie de moda o tendencia.
En sus ponencias usted hace referencia a la Economía Social de Mercado como opción frente a otras corrientes como el capitalismo o el socialismo, ¿en qué consiste su propuesta?
No es un término medio entre el capitalismo o neoliberalismo y el socialismo o el marxismo; porque eso sería tomar un poco de ambos. Son matrices antropológicas y éticas diferentes. La concepción del hombre en el liberalismo, el marxismo y la economía social de mercado, son diferentes, parten de una concepción antropológica diferente y, por ende, si uno proyecta esa visión del hombre, se proyecta éticamente también diferente. Los padres de la Economía Social de Mercado siempre dijeron que hay cosas mucho más importantes que la economía y terminan diciendo que es la humanidad. Hoy en día nosotros estamos bajo el imperio de la economía y pensamos en términos de costo y beneficio en todos los ámbitos de la vida humana, de las relaciones laborales, en el ámbito familiar, etc. Siempre estamos pensando en maximizar los beneficios y minimizar los costos. Eso es lo que hace unos años el economista Joseph Stiglitz (premio Nobel) denominó “la economía es la ciencia imperialista” porque ha abordado absolutamente todos los campos y ha monopolizado todos los campos de la vida humana.
Es decir, no es un mix
Claro. En el año 2002 le dieron el premio Nobel a Gary Becker y la Academia Sueca explicó que se lo dieron porque ha demostrado que el modo de pensar económico se tiene que ampliar a todos los ámbitos de la vida humana. Tiene un libro sobre la familia del cual un tercio son fórmulas econométricas, y lo que dice Becker es que, si uno no quiere fracasar en la vida, debe pensar económicamente, es decir, en términos de maximizar bienes y reducir costos, pero no porque seamos malos, sino porque somos así y existe una concepción del hombre que es así. Entonces, aunque algunos padres de la Economía Social de Mercado la pensaron como una tercera vía, no es un mix, sino algo diferente.
O sea que siempre está la persona en el centro de la propuesta…
Claro, porque en la economía liberal no está la persona en el centro, ni siquiera el concepto de persona sino de individuo, ni el de familia. El individuo es uno, aislado, que compite contra otro para lograr sus propios intereses, y el bien común es la suma de cada uno de los bienes particulares. Por otro lado, en el socialismo tampoco hay un concepto de persona, más bien se habla de ser genérico, del ser colectivo, pero, prácticamente no se utiliza el concepto de ser persona. Quienes hablan de persona son las corrientes social-cristiana y el personalismo. Ni el capitalismo salvaje ni el colectivismo tienen un concepto de persona humana en la vida económica ni en la vida política.
¿Qué percibió en estas charlas sobre la Doctrina Social realizadas en Paraguay?
Notable. No son palabras de buena crianza, pues que un día feriado hayan venido más de 60 personas, eso no se ve en cualquier parte. Sé que hay un tremendo esfuerzo y hay que hacer las cosas bien. Eso es motivo de esperanza y si bien hablamos de muchos desastres, eso no tiene porqué achacarnos, sino todo lo contrario, tiene que ser un aliciente para que podamos cambiar la situación. Quizás no lo notemos ahora, pero son los tiempos de Dios y no sabemos en qué parte de esa línea de tiempo estamos, lo cual no significa tampoco que uno se quede de brazos cruzados, pensando que Dios lo va a arreglar todo, como una especie de mano invisible divina. Uno tiene que poner todo de su parte para que eso cambie, pero pensando en que la Iglesia como institución sobrenatural está siempre guiada por el Espíritu Santo, y uno es un instrumento nada más. No sabemos ni siquiera lo que quiere el Espíritu Santo para cada uno. Toda la verdad proviene del Espíritu Santo, y uno es un mero instrumento. Lo único que podemos hacer, entonces, es vivir la fe como podamos y ser coherentes con eso, que ya es bastante.
PERFIL
El Prof. Dr. Eugenio Fernando Yáñez Rojas, nació en Chile, está casado y tiene tres hijos. Se doctoró en Filosofía en la Universidad de Osnabrück, Alemania (1995). El título de su tesis fue: La economía social de mercado como opción por los pobres en Chile. Tiene una vasta experiencia como docente en diferentes universidades y se ha dedicado particularmente a la filosofía práctica, especialmente a la reflexión antropológica y ética. Sus áreas de trabajo son la bioética, la ética económica y los medios de comunicación social.
El diplomado en Doctrina Social de la Iglesia, Derechos Humanos y Bioética fue organizado por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Diplomáticas de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción (Paraguay), la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad San Sebastián (Chile), así como los institutos San Roque González de Santa Cruz, y Tomás Moro.
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