Evangelio de hoy

LUNES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA

Evangelio según San Juan 16, 29-33

“Les digo esto para que encuentren la paz en mí”

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, los discípulos le dijeron a Jesús: “Por fin hablas claro y sin parábolas. Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios”. Jesús les respondió: “¿Ahora creen? Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: Yo he vencido al mundo”. Palabra del Señor.

Meditación

    Integrar la novedad y la diversidad. La Palabra de Dios es viva y eficaz, nos renueva y acompaña a los suyos de generación en generación. A cada época, y a la diversidad, nos regala los que nos conviene, bienes comunes. 

     El Espíritu Santo es representado por el agua bautismal: “Siendo uno solo y siempre el mismo e indivisible, reparte a cada uno sus gracias según su beneplácito. Y, del mismo modo que el árbol seco, al recibir el agua, germina, así también el alma pecadora, al recibir del Espíritu Santo el don del arrepentimiento, produce frutos de justicia. Produce diversos efectos, Según el beneplácito de Dios y en el nombre de Cristo” (San Cirilo de Jerusalén, sobre el Espíritu Santo, 16).

     En sus catequésis mistagógicas describe algunos dones: “la lengua de uno para comunicar la sabiduría; la mente de otro con el don de profecía, cuyo poder ahuyenta a los demonios; a aquel el don de interpretar las escrituras. A uno lo confirma en la temperancia; a otro en la misericordia; a éste le enseña a ayunar y a soportar la vida ascética; a aquel a despreciar la mundanidad; a otro lo hace más apto para el martirio. Mientras que el Espíritu permanece igual a sí mismo, a cada uno le otorga manifestarse para común utilidad”.

 

Reyes de la tierra, canten a Dios!

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,

huye de su presencia los que lo odian;

como el humo se disipa, se disipan ellos;

como se derrite la cena ante el fuego,

así perecen los impíos ante Dios.