Evangelio de hoy

Lunes de la 6° Semana de Pascua

Evangelio según San Juan 15, 26—16, 4

“El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí”

A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes”. Palabra del Señor. 

Meditación

Despedida, promesa, misión. Cuando nos dirigimos con Jesús resucitado hacia su ascensión, nos cuesta asimilar su despedida. Pero como le dijo a María, suéltame, hemos de alegrarnos ya que su despedida no significa abandono, sino que Él nos suelta para dejarnos con su Espíritu Santo, el Paráclito. La nostalgia es una pena por sentir una supuesta ausencia, que hemos de rechazar y vivir de sus promesas, sus palabras, su Evangelio.

No estamos solos, sino en compañía del Paráclito. Más aún habitados por el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo, Dios desde la inmersión bautismal. Mañana festejaremos y honraremos a la Virgen, María Auxiliadora y a San Vicente de Lerins (s. V, Francia). Difundió el dogma de la “madre de Dios”, cuando la gente se confundía entre la madre de Cristo o la de Jesús. Hoy sabemos que se tratan de la misma persona. Aunque nos cuesta “la misión de imitarlos”.

Nuestra misión consiste en arriesgarnos (Papa Francisco a los jóvenes), aunque nos equivoquemos. Jesús, María, y los santos son modelos de amor, solidaridad, respeto y generosidad. San Vicente también enseñaba que valen la pena los méritos humanos con la gracia divina. También hagamos nuestra misión, como Lidia y toda su familia.

¡El Señor ama a su pueblo!

Canten al Señor un cántico nuevo,

resuena su alabanza en la asamblea de los fieles;

que sea alegre Israel por su creador,

los hijos de Sion por su rey.