Evangelio de hoy
JUEVES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA
Evangelio según San Juan 14, 6-14
“Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré”
A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a Tomás: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí, hará también las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré”. Palabra del Señor.
Meditación
El que cree en mí, hará también las obras que yo hago, y aún mayores. Felipe de Betsaida y Santiago primo hermano de Jesús, creyeron en Jesús, su mensaje y su misión. Estamos llamados a proseguir la misión encargada a sus discípulos.
En ese sentido, un monje trapense (1ª. mitad del s. XX) recibe y transmite el mensaje apostólico, hecho experiencia. “Jesús mío, que bueno eres. Tú lo haces todo maravillosamente bien. Tú me enseñas el fin (la meta). El camino de la dulce Cruz…, es el sacrificio, la renuncia, a veces la batalla sangrienta que se resuelve en lágrimas en el Calvario, o en el Huerto de los Olivos; el camino, Señor, es ser el último (vía del humilde), el enfermo, el pobre oblato trapense, que a veces sufre junto a tu Cruz. Pero no importa; al contrario…, la suavidad del dolor sólo se goza sufriendo humildemente por Ti. Las lágrimas junto a tu Cruz, son un bálsamo en esta vida de continua renuncia y sacrificio; y los sacrificios y renuncias son agradables y fáciles, cuando anima en el alma la caridad, la fe y la esperanza”.
Este diálogo en la oración, testimonio de esperanza, inspiraba la predicación, las enseñanzas y las costumbres del siglo pasado, y motivaba la vida cristiana. En particular modo, de nuestra Beata Chiquitunga. Oremos también para que sean fuente de nuevas vocaciones para la vida y misión de la Iglesia.
Cantaré eternamente tus misericordias, Señor!
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo, has afianzado tu fidelidad.
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