Queridos Hermanos y Hermanas:
Estamos viviendo momentos históricos de mucha prueba y de mucho sufrimiento. Esperamos que con la vacunación acertada podamos volver a cierta normalidad de la vida, disminuyendo cuanto se pueda el contagio y potenciando el bienestar de las familias. La amenaza de nueva inundación del río Paraguay pone una vez más de manifiesto la ineficacia de soluciones temporales para los bañadences. Es bueno que definitivamente el Gobierno junto con la Municipalidad de Asunción, y con la colaboración de nuestra Pastoral Social, busquen como prioridad una solución duradera y sostenible para las viviendas de los nuevos barrios en la costanera de Asunción.
Este año está dedicado a San José, Patrono de la Iglesia. En los momentos difíciles de la vida económica y financiera, es bueno recurrir a su intercesión, como nos muestran los santos quienes confiaron en San José.
Damos gracias a Dios por la vuelta a clases. Agrademos al personal docente su dedicación y su entrega a la educación integral de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Animo a las familias para que, con todos los cuidados sanitarios, envíen a sus hijos a la forma presencial. Ellos necesitan del encuentro, del compartir, del sentido de unidad en grupo y en amistad. Es bueno que todos hagamos un gran esfuerzo para que este año escolar sea beneficioso, y que los alumnos se superen en la ciencia, en el arte, en manera de vivir con los demás y su relación con Dios. Nuestra cultura cristiana es un gran valor para comunicar a las nuevas generaciones.
Al inicio de la cuaresma, que nos prepara con la penitencia y la oración, miremos nuestro futuro con ojos pascuales, es decir, capaces de asumir la cruz de cada día, pero con la mirada fija en el Señor Jesús, el Resucitado y el que da sentido a nuestra vida plena. No nos desanimemos ante las dificultades. Busquemos siempre el camino del bien, de la verdad, del amor, que construyen eficazmente nuestras familias y nuestra sociedad.
No nos contentemos en ver la corrupción moral en que estamos. Las Instituciones como el Ministerio Público están llamadas a dar ejemplo de cumplimiento de sus tareas específicas, sin dejarse manipular por poderes fácticos poderosos. Sepamos superar la tentación de la violencia que crea más violencia. Demos ejemplos, primero como cristianos y luego como ciudadanos de emplear las herramientas de la democracia para superar las contiendas políticas o partidarias. El lenguaje de los escraches, siempre que no sean ofensivos, debe ser leído con responsabilidad por parte de las personas afectadas. Es un llamado a la cordura, la transparencia y a la responsabilidad social del cargo. Lo que se busca es la justicia y el bien común.
Como cristianos no podemos tolerar ninguna agresión verbal o física como tampoco ningún abuso de menores, en las familias, en las instituciones educativas o sociales, menos aún en la Iglesia.
Somos portadores del diálogo y de sus múltiples beneficios para la solución de conflictos. Por eso, es tan importante el buen funcionamiento de las instituciones estatales, conforme a la Constitución Nacional. Recordemos que la fraternidad humana nos muestra el camino de la sabiduría en reconocernos diferentes, pero siempre hermanos unos de otros.
Si a veces recurrimos a examinar la situación del mal y del pecado, y lo realizamos desde la fe en Dios Padre y desde el Evangelio de Jesucristo, lo hacemos para suscitar en nosotros la conciencia de aquello que debemos evitar, cambiar y transformar en obras de vida digna, en honestidad y trasparencia, en solidaridad, misericordia y bondad. Este es el tiempo de la reconciliación, de volver a Dios haciendo nuestra conversión personal y social y decididamente perdonándonos, pero con firme propósito de emendar el mal hecho. Así se abre el camino de justicia y de paz.
La Palabra de Dios, escuchada hoy en el Evangelio, Jesús nos invita a adentrarnos en tres gestos bien conocidos: oración, ayuno y limosna.
En este sentido, quiero compartir con ustedes el Mensaje que nuestro querido Papa Francisco escribió para el miércoles de ceniza: “El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante”.
A continuación, da mayor explicación sobre el ayuno. El Papa dice: “El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento. Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y puesto en práctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al prójimo en cuanto, como nos enseña santo Tomás de Aquino, el amor es un movimiento que centra la atención en el otro considerándolo como uno consigo mismo (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 93)”.
Y en relación a la oración y el silencio así se expresa el Papa: “En el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura”.
Finalmente, en relación a la palabra “limosna” el Papa se expresa en estos términos: “La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad… La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión”.
Y sigue ahondando el significado de la caridad en estos tiempos de pandemia: “Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: «No temas, que te he redimido» (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo”.
Conviene referirnos a nuestra realidad arquidiocesana para este tiempo de Cuaresma.
Les invito a ser portadores de una conversión que nos lleve a una vida mejor. Sentimos el peso de la corrupción en todos los niveles de la sociedad, comenzando por la necesidad de cada uno de volver a Dios dejando el pecado. El saneamiento moral de la nación comienza por cada uno, dentro de cada familia y es animada por la comunidad parroquial, en la frecuencia de los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. En este año dedicado a la Eucaristía, este encuentro con el Cuerpo de Cristo, deberá ser nuestra fortaleza para vivir la coherencia entre vida y fe, entre lo que creemos, profesamos y entre nuestro modo de comportarnos con los demás y con Dios.
Junto con esta conversión espiritual personal, familiar, social les invito a la solidaridad con la “Campaña de Cuaresma”. Esta vez tiene este slogan: “Unidos en la fe y en la alegría de ayudar”. Esta campaña inicia este día, miércoles de ceniza y concluirá el 31 de marzo.
La colecta pública se desarrollará los días 26 y 27 de marzo. Pido a los Párrocos y Movimientos juveniles y laicales, de reunir voluntarios, generosos y que, desde la fe, ofrezcan su tiempo para esta Colecta.
Los programas de asistencia y de desarrollo de nuestra Pastoral Social, pastoral de la caridad, se sustentan con estos fondos recogidos. Además, se comparte el 50% de lo recogido con la Pastoral Social de la CEP. Ante tantas necesidades nuestro Pueblo ha sabido ser siempre solidario y generoso. Pero nos toca a nosotros los Pastores, motivar y animar para que desde la fe en Cristo Jesús podamos ayudar a enfermos, excluidos y pobres, como ya es una actividad reconocida y valorizada por la misma ciudadanía.
Aprovecho también la ocasión para pedirles oraciones por el Retiro espiritual del Clero que comienza próximo lunes 22 y termina el viernes 26 de febrero. Que cada parroquiano apoye con su oración a su respectivo párroco y que toda la comunidad católica acompañe igualmente al Clero en su conversión personal, espiritual y pastoral.
Nos ponemos juntos a comenzar nuestra preparación para la Pascua del Señor, deseosos de reconciliación, de purificación de nuestros pecados y de vivir la santidad cristiana de nuestra vocación bautismal.
Edmundo Valenzuela Mellid, Sdb
Arzobispo Metropolitano de la Santísima Asunción
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